Yo soy Ophiel, uno de los seis guardianes del infierno, he existido desde el Principio de los Tiempos aquel que fue condenado por el Máximo Creador a ser expulsado del paraíso debido a mi arrogancia. Uno de los más excepcionales demonios que existen, he aterrorizado a la humanidad desde que ganamos control sobre el mundo humano en el cual ahora podemos actuar libremente y atormentar a sus sociedades y sus libertades. Como uno de los seis guardianes, comando ejércitos infernales llenos de almas condenadas y demonios inferiores.
Mis memorias son bastas y mi rencor hacía el Creador se ha ido incrementando con las eras. Jamás olvidaré aquél momento en el que mis hermanos y yo fuimos condenados al horrible lugar que hemos llamado hogar desde entonces, el infierno.
Desde ese entonces sólo añoramos venganza contra el Creador, hemos querido aplastarlo y destruírlo para siempre. Nuestro plan ahora tiene forma pues hemos encontrado la forma de inmiscuirnos en el mundo de su especie predilecta, a la que había creado a su imagen y semejanza y había dado alma, los seres humanos que políticamente había resuelto sus diferencias y en ese momento estaba en paz, era el año del 2466, la Unión de Naciones había triunfado y por fin las guerras habían parecido acabarse. Sin embargo, la anarquía y el comportamiento hedonista de sus habitantes los condenó. Para mi Señor fue muy fácil tentar los corazones de los humanos con falsas verdades e ideas de poder. Haciendo que el Creador ya no tuviera control sobre su creación predilecta y dándonos acceso al mundo de los humanos, aunque sin poderes sobrenaturales y por un tiempo limitado. Sin embargo, este tiempo lo utilizamos para tentar las pasiones y deseos de los líderes humanos prometiéndoles lo único que anhelaban más, poder. Desde luego que está promesa sólo fue cumplida a algunos de éstos, los que de verdad merecían tener los poderes que nosotros les podíamos otorgar. Algunos se han convertido en generales de nuestro ejército. Los demás fueron eliminados ya que tarde o temprano morirían y debido a que sus almas fueron tentadas por mi Señor y se volverían en peones de nuestro ejército al ya no tener uso en el mundo terrenal.
A los seis protectores de las puertas del infierno se nos envío a tentar a los líderes religiosos, lo cual fue demasiado fácil en la sociedad anarquica de los humanos. Sólo deseaban poder y se los dimos. Esto ayudó a que la influencia del Creador sobre los humanos fuera casi nula y nos dio acceso total a su mundo. Ellos nos ayudaron a poder establecer un portal entre el infierno y el planeta Tierra, ingenuos. El mundo era un caos para el año 2467, la humanidad se sucumbía ante nosotros, parecía que en poco tiempo los humanos pasarían a extinguirse, pero no contábamos con su astucia y sus estúpidas invenciones, los rebeldes, que luchaban más por sí mismos que por el Creador, crearon un arma capaz de dañarnos y abstenernos de nuestra inmortalidad. No sé como es que funcione y en realidad no me interesa pero lo más importante será exterminarlos ahora que son pocos, pues de lo contrario puede ocurrir una catástrofe para nosotros si sus avances tecnológicos siguen incrementandose. El único riesgo es que su mundo y el nuestro se unen por el portal que lleva a las puertas del infierno que son resguardadas por mis cinco hermanos y yo. Sólo destruyéndonos podrán abrirlas, dudo mucho que lo logren; pero las leyes del infierno son claras: “quien destruya a un guardián se convertirá en el nuevo guardián y sólo a un demonio creado en el mismo infierno, a un alma tentada por el mal y a un guardián se les permite cruzar las puertas del infierno” .