3.8.07

Capítulo 11: En la boca del león

-¿No darás un discurso alentador a tus soldados Delacroix?- preguntó el nórdico, ansioso de escuchar una palabra de Vincent pues no había pronunciado palabra desde que comenzó el viaje de las tropas hacía donde se encontraba el demonio.
-Pensé que de eso te encargarías tú, yo no soy un buen orador- respondió Delacroix –mi trabajo no es orar y convencer a la gente, mi trabajo es matar y para eso fui entrenado, da aliento a tus hombres pues en mí no encontrarán más que a una máquina de matar-
-Sí, pero supuse que usted era el encargado de ello por ser el oficial de más alto rango aquí, ese honor es para usted- dijo Knud, viendo los ojos negros de Vincent.
Delacroix solamente volteo a verlo con la cara carente de sentimiento que siempre tenía en sí. Nunca lo habían visto expresando sentimiento salvo la vez que saludó a Chantal con una sonrisa y en el ataque de furia hacia Ricardo. Un hombre misterioso que mantiene la mente fría en cualquier situación.
Después de mirar la cara de Knud, él comprendió que ahora ese honor que él había mencionado le correspondía a él.
Ricardo, Héctor y Morihei se encontraban en el campamento, pues aunque estaban en diferentes grupos, el lugar era muy pequeño debido a que los soldados disponibles eran muy pocos.
-Por fin ha llegado el día en el que vengaré a mi querida Andrea, yo mismo seré el que destruirá al Guardián Ophiel- dijo Ricardo con gran ánimo.
-Tal vez o tal vez mueras mucho antes de llegar a él, uno nunca sabe- respondió Héctor interrumpiendo su dibujo por un momento para voltear a ver a Ricardo.
-No lo haré, no puedo morir pues si lo hiciera no me perdonaría el no haber vengado a Andrea, es lo único que me impulsa a seguir viviendo; he vivido con la esperanza de este día desde que Ophiel y sus demonios destruyeron nuestra ciudad-pronunció Ricardo siguiendo la conversación.
-Todos luchamos por algo Ricardo, sin embargo, no es bueno basar nuestros propósitos en esta lucha en la venganza pues carcome el alma, incluso si la que buscas está bien justificada. La venganza nos hace prisioneros de nuestras emociones, no nos deja ver las cosas claramente y muchas veces el deseo de buscarla acaba con nuestras vidas más rápido de lo que creemos. También perdí a mi familia en un conflicto con los demonios, pero no debo cegarme y creer que soy omnipotente como para acabar con todos yo solo. Yo estoy aquí porque lo correcto es detener a los demonios, porque nuestra especie necesita todos las personas que estén dispuestas a pelear por nuestra preservación y para honorar a mis padres y ancestros que también lucharon cuando una amenaza llegaba a sus puertas, sin embargo lo pasado quedo precisamente en el pasado- agregó Morihei mientras disfrutaba de un té amargo originario de Japón.
-Morihei tiene razón Ricardo, no dejes que tus sentimientos le ganen a tu razón, admítelo jamás has entrado en combate y está será tu primera vez así que no te dejes llevar- agregó Héctor, siguiendo con su dibujo casi terminado del paisaje que se podía ver desde el campamento.
-Ustedes no entienden como me siento, aunque hayan perdido a sus familias siempre hubo alguien quien los había querido, yo jamás tuve una familia, mi madre murió al concebirme y mi padre me consideraba un hijo indeseado y me abandonó en un convento, tuve que salir adelante sólo y jamás recibí apoyo de nadie hasta que conocí a Andrea, ella es quien me enseño que mi vida valía algo y que al menos yo era valioso para ella. Es a ella a quien más he amado y sigo amando, hubiese preferido morir aquel día pero soy un cobarde e incluso le temo a la muerte, no tuve las agallas para suicidarme y preferí cometer una especie de suicidio involuntario enlistándome en el ejército para combatir a los demonios, sin embargo ninguno de los cuatro años que he estado ya en el ejército he visto combate. Solamente he soportado duros entrenamientos y pruebas de supervivencia. Ahora esos cuatro años han dado frutos en este día. Sin embargo mi deseo de venganza continúa y ya no confío mucho en mi razón. Mis sentimientos me han guiado toda mi vida y jamás me han defraudado, por eso no he de morir- dijo un desesperado Ricardo.
En ese momento se escuchaba la campana que llamaba a todos los hombres para recibir palabras de los seres que los guiarían en el campo de batalla.
-Tu historia parece triste Valenciano, ahora solamente puedo decir que no seas tan estúpido como para morir en el campo de batalla- dijo Héctor cerrando su cuaderno de dibujo.
-No lo haré- respondió Ricardo al momento en que se marchaba para unirse con su batallón.
Los soldados llegaron a la cita con sus generales, ahí estaban. Muchos veían por primera vez a Vincent y a Chantal. Sin embargo, el general Isben era el encargado de dar las últimas palabras antes del encuentro, antes del primer ataque que se haría a los demonios.
-Antes que nada los saludo soldados y me dirijo a ustedes no como su general, no como la persona que da las órdenes, me dirijo a ustedes como su hermano. Hoy es un gran día para todos nosotros, pues nunca se ha hecho una ofensa en contra de los demonios, hoy por primera vez en la historia a nosotros nos toca mover primero, este día jugamos blancas en el tablero. Se nos ha encomendado la tarea de hacer frente a uno de los demonios más terribles. Por vez primera tenemos la oportunidad de vengarnos de lo que le han hecho a nuestros hogares. Sé que algunos ya no pueden llamar a un espacio hogar pues ese espacio fue borrado del mapa por los demonios, otros han sido separados de su familia y otros simplemente han sido golpeados en su orgullo humano, sea cual sea la razón para estar en este momento en este lugar, quiero que sepan que ahora más que nunca tengo esperanza en la humanidad, está vez en verdad creo que podemos ganar un juego de ajedrez que incluso he dudado que el mismísimo Señor de los Cielos hubiese podido ganar. Es nuestra oportunidad de atacar. Así que hombres, mujeres (dirigiendo la mirada hacia Chantal) es hora de que por fin pongamos fin a esta amenaza, así como nuestros padres y abuelos pusieron fin a todos los ataques enemigos anteriores, es hora de demostrar que tantos milenios de evolución han servido para algo y que nos podemos enfrentar incluso al mismísimo infierno, es hora de demostrar que tenemos orgullo y sobre todo que somos libres, porque- tal como si los soldados supieran lo que el general Isben iba a decir ellos entonaron al mismo tiempo el lema que se encuentra en el estandarte de la Unión de Naciones- ¡nosotros resistiremos con orgullo, nosotros resistiremos siempre unidos y si es preciso, moriremos con orgullo y como hermanos!- y así el general Isben terminó su discurso y dio paso a que los soldados se prepararan para el combate.
Vincent, Chantal y Knud se dirigieron a sus respectivos escuadrones, aunque aquellos escuadrones fueran de, cuando mucho doce personas. Los demás serían comandados por los oficiales de más alto rango en cada uno. Todos estaban listos y abordaron los vehículos, de los cuales había más que soldados así que no hubo problema en lo que a transporte se refiere y conseguir combustible suficiente para la misión e incluso para hacer algunas bombas caseras para distraer a los demonios.
La guarida del guardián Ophiel no estaba tan alejada de donde se encontraban las fuerzas de la Unión.
-Señor, creo que pretenden atacar, nuestros demonios espías así lo confirman- dijo un sirviente al señor demonio.
-Los humanos, ¿atacarme a mí? ¿A Ophiel uno de los guardianes del infierno? ¡Bah! ¿Qué clase de humano se atrevería a hacer algo así? Es como ir en busca de su propia muerte. Sólo dime una cosa, ¿un hombre alto, de cabello negro y ojos completamente negros viene con ellos?- preguntó el ofendido guardián del infierno.
-No lo sé señor, sólo pude ver los vehículos que venían para acá- dijo un espía que acompañaba al sirviente.
-Bueno, al menos evitan que los busquemos mi señor, así será mucho más fácil acabar con todos ¿no es así?- respondió el sirviente para tratar de calmar al imponente demonio.
El demonio sonrió, parecía una buena idea y sin más palabras abandonó su guarida para prepararse para otra masacre.
-Muy bien soldados, es hora de la verdad, háganlo bien y todos tendrán un enorme descanso cuando todo esto termine, nuestro objetivo es abrir paso para que Vincent Delacroix puedan atravesar las olas de demonios y almas que se pondrán en nuestro camino. Así que aprovechen sus municiones y maten muchos peones, sólo así llegaremos al rey- dijo el Chantal a sus hombres, el general Isben sólo miró lo imponente que era ella, seguramente, fueses hombre o demonio, no la escogerías como adversaria.
Ophiel estaba listo para lo que venía y por primera vez sintió miedo o tal vez era algo más, no podía explicárselo. Sin embargo él sabía de las nuevas armas de los humanos, había presenciado cómo habían eliminado a un demonio y ahora temía al poder de los humanos, no podía resistir que los mortales pudiesen eliminar a un ser supremo e inmortal como él y que ahora lo amenazarán con mover primero y sabía que probablemente la guerra podría dar un giro drástico y no precisamente en su favor. Además si Vincent Delacroix los acompañaba sería muy difícil obtener una victoria. Él sabía lo que Delacroix era capaz de hacer, había defendido los cuarteles de la Unión muchísimas veces y los demonios siempre se veían obligados a retirarse. Era simplemente inhumano.
Así que el temido guardián del infierno sólo se quitó la capa negra que tenía y tomó el martillo enorme que se encontraba junto a su trono que con tan sólo tocarlo se lleno de un fuego intenso y así el guardián ordenó a sus criaturas del infierno en un lenguaje infernal que era hora de comenzar la batalla.
-Cuento con ustedes- dijo Vincent a Chantal y a Knud mientras se proponía a tomar el flanco del que él y su equipo se encargarían.
El general Isben y Chantal tomaron sus armas y se decidieron atacar al enemigo.
Mientras tanto Morihei, Ricardo y Héctor siguieron a sus respectivos pelotones pensando que podrían morir.
-Es hora de encontrarte de nuevo demonio, es hora de verte a la cara de nuevo, es hora de vengar a mi amada Andrea- pensó Ricardo.
Morihei tan sólo pudo pedir al cielo iluminación antes de la batalla y no deshonrar a sus ancestros.
Héctor tan sólo vio el suelo y miró al horizonte y pensó que un lindo paisaje como aquel ahora se convertiría en un campo de batalla, un campo de batalla que podría ser el primer paso a la libertad.
Y así comenzó la batalla que decidiría por fin si los humanos eran dignos de seguir siendo dueños del planeta Tierra.

1 comment:

IkSa said...

COketon me agrado, abstnate cotorrito el asunto ese Vincent no me ocnvence como k esta rarin pero ese es el chsite el wey de su amada andrea puede estar medio de mas pero pues tmb es parte de la hsitoria principal digamos, y pues me agrada, io me lo imaginaba mas evangelion like, pero ps si el demonio habal y es asi esta mas lord of the rings like pero aun asi esta coketon el asunto siguele, espero ver como ocnitnua;)